sábado, 18 de mayo de 2024

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Superior Provincial



Feliz Fiesta del Santo Padre, Juan de la Cruz, en el día de la Provincia

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La mejor felicitación que puedo haceros, hacerles, en el día de Nuestro Padre y Patrono San Juan de la Cruz es contar lo que estoy viendo y oyendo en el Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz en Santa Cruz de la Sierra. ¡Cuánta cruz, cuánta entrega, cuánta vida, cuánto obrar alimentado por el callar orante!

Mañana se inaugura la capilla del Centro y uno de los dos módulos que acogerá a los que buscan a Dios en la "noche sosegada, en la soledad sonora, en la cena que recrea y enamora".

En estos momento el Centro parece un hormiguero. Varias docenas de personas moviéndose de acá para allá, en medio de un ajetreo creativo, que me recuerda la víspera de trabajo llevada a cabo por el Santo en los prolegómenos de la fundación de Duruelo, o por la Santa Madre en Medina. ¡Qué maravilla!

Unos están pintando las tallas que han traído esta noche y que serán luz que embellezca la capilla y marque caminos. Las han realizado unos jóvenes que tienen su taller cerca de aquí. Son cristianos. Oran antes de trabajar. Se ganan el pan, pero en las imágenes está dibujada su fe. 

Otros, encaramados a la cúpula, como si de atalaya se tratara para anunciar el Evangelio, ponen las vidrieras, para que entre y salga la luz, para que los dolores de todas estas gentes se transformen en ventanales de luz.

Otros lijan y preparan las puertas, unas cuantas, que van a cerrar y abrir la capilla, para que todos conozcan a Jesús: "Abrid de par en par, las puertas al Redentor".

Otros terminan la tapia que rodea la finca y colocan la puerta de entrada, que acaban de terminar los herreros y que será una llamada para todos: "Gocémonos, Amado, y vámonos a ver en tu hermosura".

Otros pintan los paneles de la capilla, jugando con colores, a ver cuál puede ayudar mejor a la mirada. El P. Eugenio todo lo mira, atento como un niño. Por aquello de que "si color moreno en mí hallaste, bien puedes mirarme después que me miraste, que gracia y hermosura en mí dejaste".

Otros montan camas del nuevo módulo, ahí está, capitaneándolo todo, el P. Leo. Otros limpian suelos, jardín. Son muchos oficios que darán paso al único oficio necesario: "Que ya solo en amar es mi ejercicio".  

Otros replantan el césped, tan hollado por las pisadas de estas gentes bolivianas, que sabiéndolo, creo que sí, o sin saberlo, están colaborando para que en esta soledad unos frailes pongan su nido y vivan en soledad y a solas con su Querido, en soledad de amor herido.

El P. Linton, gracias hermano, va de acá para allá, "mil gracias derramando" pasando de sitio en sitio con presura, procurando que todo quede vestido del Señor, que de eso se trata. Gracias a todos los colaboradores, muchos de ellos anónimos, que han puesto y sigue poniendo su granito de arena para que obras como ésta salgan adelante, hoy podemos contemplar este milagro.

Monseñor Braulio, en sus correrías de Evangelio, es un testigo de esperanza, un narrador de vida. Visita las comunidades, escucha, alienta, da el abrazo. A todos dice: "Mira que la dolencia de amor, que no se cura, sino con la presencia y la figura".

Los hermanos superiores del Vicariato están viajando para llegar aquí, al encuentro, convocados para una esperanza que vence todo obstáculo. "Apártalos, Amado, que voy de vuelo".

Toda la Provincia de San Juan de la Cruz es convocada hoy a poner los ojos en este centro de Santa Cruz. Aquí se percibe aquello de andar "por caminos nuevos para ir a tierras no sabidas". Cuando todo parece que palidece, surge una luz que todo lo embellece y a todos los esfuerzos da sentido. 

Desde este rincón, lleno de vida, de Bolivia, la Provincia, empujada por el Espíritu que recuerda los amores, se esconde, contemplativa, en la interior bodega del Amado, y sale, misionera, para invitar a todos a gozar del mosto de granadas.

Felicidades a todos, hermanos y hermanas. Alegrémonos con este manantial de vida que brota en Santa Cruz. Aquí, San Juan de la Cruz nos convoca a todos al anuncio gozoso del Evangelio. Aquí todos nos damos hoy la mano, nos sentimos familia cuidada siempre por la Madre del Carmelo. La vida de cada uno y cada una de nosotros es muy importante, pero esta vida crece cuando encontramos símbolos que nos unen. Hoy, este Centro es uno de esos símbolos que nos permiten alargar la mirada, sin dejar de mirar los costados del mundo, donde están los pobres y los pequeños -¡cuántos recuerdos de Tucumán!, gracias Pedro Luis-. ¡Feliz día del Santo! ¡Feliz día de la Provincia! Un abrazo entrañable para todos, especialmente para los más necesitados de aliento y de esperanza. Pedro, provincial.



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