sábado, 18 de mayo de 2024

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Hoy comienza el postulantado en El Prado (Montevideo) para jóvenes uruguayos


A los hermanos uruguayos que inician el postulantado en El Prado (Montevideo)

Con mucha alegría me acerco a ustedes para expresarles, por medio de unas palabras de aliento, la comunión y el gozo de toda la Provincia de Burgos por el camino vocacional que ahora empiezan. Después de años de sueños, ustedes recogen el fruto de tanta oración de intercesión y de tantos anhelos de hermanos que han deseado que la belleza del Carmelo Teresiano tuviera raíces sólidas en la querida tierra uruguaya. En ustedes está significada la determinada determinación del Carmelo del Vicariato de Uruguay-Bolivia-Paraguay de encarnarse cada vez más esa tierra, que es la ustedes. No dejen de luchar para que esto se realice, ya que “la lentitud en el esfuerzo es extraña a la gracia del Espíritu” (San Ambrosio).

Pongan desde el primer día los ojos en Cristo, pues el Carmelo Teresiano no tiene otro sentido más hondo que el de vivir en obsequio de Jesucristo. Cristo es buscador de encuentros, ustedes lo saben muy bien porque se han visto sorprendidos por su llamada. Con mil historias iniciadas, han sido invitados a una historia nueva, con un nombre nuevo que ustedes llevarán escrito en el corazón.

Con palabras de la Santa Madre Teresa, les digo: “Mientras puedan no estén sin tan buen amigo… ¿Piensan que es poco un tal amigo al lado?” (C 26,1). En los días luminosos le tendrán siempre al lado. Cuando entren en la noche del sentido y no se entiendan ni le entiendan, Cristo les acompañará y les llevará al monte, al mar, al desierto o a la otra orilla para que ensanchen el espacio de sus tiendas y vean con más claridad el por qué profundo de sus vidas. Nunca les abandonará.

Cristo les enseñará a orar en los momentos de intimidad. El Carmelo Teresiano es oración, y, gracias a ella, experiencia de Dios. La Iglesia nos acoge como hermanos que tienen como quehacer la oración. Lo que más embellece la vida del ser humano es la amistad con Dios, cultivada día tras día en la oración. No se acostumbren a los caminos trillados, entréguense por entero a Cristo para que Él inunde con su gracia sus vidas. “¿Quién más amigo de dar si tuviese a quién?” (F 2,7). Sin quitarles nada, les dará todo, con tal de que le den lo poquito que tienen.

En el camino descubrirán que “gran mal es un alma sola” (V 7,20) y que la belleza de la vocación del carmelita teresiano está en la comunidad. Buscamos a Cristo en comunidad, junto a los hermanos y hermanas de hoy y, contando también, con los hermanos y hermanas que nos han precedido. Con ellos tendrán ustedes que iniciar un camino de diálogo y aprendizaje, de amistad y ayuda mutua. Sobre todo, la lectura asidua, desde el primer día, de nuestros Santos Padre Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, les ayudará a entender que el silencio es fecundo cuando se abre a la Palabra, que la soledad es sonora cuando está habitada por Dios, que el encuentro con la Trinidad es cena que recrea y enamora, que, en definitiva, les ha tocado un lote hermoso porque las grandezas de Dios no se pueden contar.

La vida del carmelita, conviene que lo sepan desde ahora, es una parábola de Dios para la humanidad. La transfiguración que Dios nos regala en los momentos de intimidad con Él y con los hermanos es para acompañar a tantas personas que tienen el rostro desfigurado por el hambre, el sinsentido, el dolor, la noche.

¡Enhorabuena, hermanos! Ustedes son la alegría de Dios y la nuestra. Y sepan en todo momento que les acompaña María, la Madre del Carmelo, la viña florida que llena de buen olor todo los valles de lágrimas.

¡Feliz camino, hermanos! ¡Dichosa aventura! Gracias por querer hacer realidad los sueños de Dios para el pueblo uruguayo y para todos los pueblos. ¡Que Dios les bendiga! Reciban cada uno el abrazo entrañable de todos nosotros: Pedro, provincial, y hermanos y hermanas de la Provincia.



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