Un proyecto en común: “Vivir en Obsequio de Jesús”…

Con el alma en el desierto,

Muchos peregrinos; una montaña para subir.

Y vivir por el Reino, escalando el amor.

Y luchar por el Reino, revestidos con armas de Dios…

Es la canción que suena mientras a su ritmo la procesión avanza hacia el altar; y es que el domingo del Buen Pastor nos hemos reunido todos los Carmelitas de Bolivia, en nuestra Parroquia de La Paz, para celebrar la Consagración Definitiva de nuestro Hno. Juan José de Dios.

La Consagración de alguien a Dios, no es que sea un acontecimiento que se repita todos los días, por eso, era necesario que nosotros consagrados a Dios estemos también presentes en la consagración de un hermano nuestro, para acogerlo entre nosotros, en representación de cada uno de los carmelitas en todo el mundo. Por eso, la alegría no era sólo nuestra, sino de toda la Orden.

Fue también la fiesta para los parroquianos de San Antonio y Nuestra Señora del Carmen, que estuvieron presentes en aquel momento decisivo en la vida de Juan José; sobre todo hay que resaltar la presencia de los parroquianos de San Antonio, que como en otros momentos importantes para el Carmelo de Bolivia, siempre se han hecho presentes y ahora no iba a ser la excepción.

¿Y la familia? Cómo no iba a estar presente la familia y en gran número, se vinieron hasta los más pequeños para ser testigos de un modo distinto de vivir la vida. Quizá muchos de ellos no entendían del todo lo que sucedía, pero sí entendían que era un paso más para que su querido Juanjo llegue a ser sacerdote. Y ciertamente, no disimularon su alegría, porque, terminada la celebración se acercaron para abrazarlo y felicitarlo. Y hasta le prepararon un banquete para después de la celebración, con torta y todo, como tiene que ser un matrimonio.

Es cierto que no pudo estar su mamá presente en la celebración, porque como todos ya sabemos, hace un año y unos días, se fue inesperadamente junto a Dios Padre, para, desde allá, seguir acompañando a su querido hijo, que generosamente entregó al Señor en nuestra familia del Carmelo, aún siendo el único.