sábado, 18 de mayo de 2024

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Superior Provincial



Feliz día de la Provincia



A los hermanos y hermanas: Gaudete. ¡El Señor está cerca!

 

Un saludo fraterno desde tierras bolivianas –me encuentro en Santa Cruz de la Sierra con un buen grupo de hermanos del Vicariato-. Sin despreciar ninguna realidad personal y comunitaria, al revés, acogiendo la historia de salvación que el Señor lleva a cabo en cada uno, permitidme que hoy ponga los ojos, como creo que todos vosotros los ponéis, en la nueva fundación de Santa Cruz. Creo que es la mejor manera de celebrar el día de la Provincia y de honrar a nuestro Santo Padre Juan de la Cruz, el mejor estímulo para ser mejores. “¡Qué confusión mía es, viendo lo que he visto, no ser mejor de lo que soy!” (F 13,7).  

 

La celebración gozosa y agradecida de los cien años de presencia de los carmelitas en Uruguay, en cuya historia tantos de vosotros habéis participado de cuerpo entero, nos invita a comenzar, como fruto de tanta entrega, la fundación de Santa Cruz. Así vamos de comienzo en comienzo, hasta ver a Dios. Sin la entrega anónima de tantos hermanos y hermanas, sin la fecundidad misionera de nuestros hermanos enfermos y ancianos, nada de esto sería posible. “Señor, tú nos darás la paz, porque todas nuestras empresas nos las realizas tú” (Is 26,12). Sí, sin ti, Señor no somos nada. Tú eres el artífice de nuestras obras.

 

Me viene constantemente a la mente en estos días el relato encantador que hace la Santa Madre de la fundación de Duruelo, narrada, sobre todo, en los cc. 13 y 14 de Fundaciones. Ciertamente, Santa Cruz no es un lugarejo perdido, es una gran ciudad, la mayor de Bolivia, rebosante de vida joven, exuberante, con futuro. La realidad pequeña, como un grano de mostaza, la aporta el Carmelo del Vicariato, que se atreve a sembrarse en esta tierra, arriesgando, para “volver un día cantando trayendo las gavillas”. Evangelizando en la hondura, en la raíz, en la cultura de este pueblo, para que el Evangelio se haga más carne, más corazón del pueblo. ¡Qué atrevimiento en la mejor línea de la reestructuración! A nuestro viejo tronco provincial le ha nacido un brote de vida; se nos ha adelantado la Navidad.

 

Lo que un día muy lejano fue solo intuición y sueño –no deja de ser profética la compra de terrenos, conservados año tras año para un futuro apenas vislumbrado en el horizonte-, comienza hoy a dar los primeros pasos. Inaugurarlo en el día de nuestro Padre Juan de la Cruz nos desafía a ir a tierras no sabidas por caminos no sabidos, nos estimula a la fidelidad creativa.  

 

El centro de espiritualidad de San Juan de la Cruz de Santa Cruz de la Sierra no es una casa más. Es algo especial para la Provincia, para el Vicariato -¡qué gran noticia para el Carmelo boliviano!-. Es una opción consciente del Vicariato apenas estrenado, a la que seguirá, espero que pronto, una opción misionera en un país lejano. ¡Cuánto bien, sobre todo a nuestros jóvenes hace este abrir caminos en el barro, afirmar la libertad en la misma esclavitud, abrir surcos de esperanza cuando todo parece terminar, ofrecer interioridad a unas gentes volcadas hacia afuera!

 

El objetivo es cultivar una dimensión esencial del Carmelo, aunque poco explorada todavía. Hay gentes que buscan a Dios y que quieren hacerlo compartiendo nuestro estilo de vida. No buscan de nosotros solo servicios religiosos, buscan nuestra vida como una señal de amor misionero y entregado, todo por Jesús. A todos ellos les queremos dar nuestra fraternidad y nuestra oración, sin retenerlos, con gratuidad, para que vuelvan al camino de la vida con la dignidad más levantada. Ofrecemos lugares de reposo y de compromiso fraterno, contagiando el misterio de Dios, que acompaña nuestro caminar de cada día recreándolo, renovándolo.

 

La presencia de Santa Cruz, tan pedida por la Iglesia, es un desafío para el Vicariato, porque nos desinstala, nos pone en éxodo, para dar respuesta a las nuevas preguntas. Lo más importante no es la casa en sí, aun siendo importante. Lo fundamental, lo que da sentido a todo, es el espíritu con que se quiere vivir, aquel mismo espíritu que percibió la Santa Madre en Duruelo, cuando el milagro de la frescura de los orígenes.

 

El encuentro de formación para los sacerdotes jóvenes del Vicariato, que va a tener lugar después de la inauguración, es la mejor visualización de lo que se pretende en esta casa: acoger, compartir, formar, alentar. De la belleza de la interioridad, la belleza de la comunidad, la belleza de la misión, la belleza de la pastoral vocacional, no solo se quiere hablar sino experimentar. 

 

Tenemos tres “voluntades”, las de los hermanos que empiezan: P. Eugenio, Monseñor Braulio y P. Gróver; los tres son “grandes a los ojos de Dios”, tienen dentro mucho ánimo, llevamos buen principio. A estos se les adelantaron el P. Linton y Daniel, joven laico carmelita, para preparar, con mucho esfuerzo, la nueva casa -¡cuántas idas y venidas de Cochabamba a Santa Cruz, cuántos desvelos, cuántas inquietudes!-. También los formandos de Queru-Queru y nuestras hermanas carmelitas, tan cercanas, han agarrado la escoba para tenerlo todo listo. Con ellos todos comenzamos una nueva narración del carisma teresiano-sanjuanista, en itinerancia misionera y acogida fraterna. En su vida gozosa, pobre, misionera, orante, fraterna, estaremos todos para hacer visible el Espíritu del Señor, que nos permite estar de estreno.

 

Estamos en los inicios de algo importante, algo presentido tantas veces en el Carmelo. No podemos dejar de alegrarnos en el Señor que hace maravillas y renueva nuestra esperanza. Decimos lo mismo que escribía la Santa Madre: “es obra de Dios y Su Majestad la ha de llevar adelante”.  “Todo lo ha ordenado el Señor por unos principios tan bajos, que solo Su Majestad lo podía levantar en lo que ahora está. "Sea por siempre bendito, amén” (F 13,7).

 

No puedo dejar de recordar al P. Felipe, Vicario, que acompaña este nacimiento desde el silencio orante, con una actitud teologal, con una confianza grande de estar preparando caminos para que el Señor venga. Gracias a él y a todos, gracias a nuestro Padre General y al P. Marcos que también se han hecho presente con una hermosa carta. En las obras del Señor todos tenemos sitio, tarea y palabra.

 

Nos ponemos bajo el amparo de la Madre del Carmelo y patrona de Bolivia. “Atráenos, Virgen María, caminaremos en pos de ti”.

 

En Santa Cruz de la Sierra, en la solemnidad de nuestro Padre San Juan de la Cruz patrono de la Provincia, en el 2011, año de la fundación de la casa de espiritualidad de Santa Cruz de la Sierra. Feliz día a todos. ¡Gloria al Señor!

                                                     

                                                      Pedro Tomás Navajas, provincial



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