Nuevamente en el Ecuador, compartiendo aquí con los Hermanos el sufrimiento y el dolor de no poder seguir acompañando a los ministerios, a las comunidades, a las organizaciones de Isamis. Isamis, nuestra querida Iglesia donde hemos vivido nuestra fe y donde hemos experimentado la presencia del Señor a los largo de estos cuarenta años. Todos los Hermanos hemos vivido estos años como una gracia especial de Dios, como una riqueza enorme; poder compartir la vida, las alegrías, las esperanzas y también los sufrimientos y las angustias de tanta gente amiga, de tantos hermanos y hermanas de las comunidades cristianas, de las organizaciones, es un don que no se puede pagar con nada. A nosotros nos ha sacado de Sucumbíos, pero a Sucumbíos no lo pueden sacar de nuestro corazón. Quiero agradecer de todo corazón a todos los hermanos que me han acogido durante este tiempo que he pasado por España. He sentido en todas las comunidades cariño, fraternidad, solidaridad… Y en especial para el P. Pedro Tomás Navajas, a quien siempre hemos sentido muy cercano, sensible, valorando y respetando nuestras decisiones. Quiero también agradecer la solidaridad que he sentido ante la enfermedad de mi hermano y mi hermana en Logroño, que por otra parte ha sido el motivo de que no haya podido estar más tiempo e incluso que no haya podido llegar a alguna comunidad. A todos, pues, muchas gracias. Dios les pague! Y esperamos que sigan orando ante el Señor para que nuestra querida Isamis vuelva a recuperar la Paz.
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