“Miradle resucitado; que solo imaginar cómo salió del sepulcro os alegrará.

Mas ¡con qué claridad y con qué hermosura!

¡Con qué majestad, qué victorioso, qué alegre!” (Camino 26,5).  

¡ALELUYA! ¡CRISTO HA RESUCITADO!

Con la fuerza del Espíritu, nos atrevemos a creer,

a vivir según la fe, a anunciar la Alegría.  

Que ya no es tarde para el Reino, es madrugada.

Que el eco de la Vida va ya de esquina a esquina de la tierra.

Que lo cerrado se abre, lo abatido se levanta,

toda interioridad queda embellecida por una Presencia,

y en la fragilidad humana se asoma el testimonio.  

¿Y el silencio? ¿Y las preguntas? ¿Y la nada?

Todo ha quedado roto por un reguero imparable de alegría,

que riega ya la tierra y la fecunda con los frutos del Espíritu,

mientras la boca se llena de risas y cantares.

¡ALELUYA! ¡CRISTO HA RESUCITADO!

Al Desfigurado por amar hasta el extremo

el Padre lo viste de belleza y hermosura.

A los que entienden la vida como una entrega gratuita,

Cristo los engalana con los mejores trajes de la Pascua.

Al que se hizo silencio anonadado en una muerte por amor,

el Padre lo convierte en Palabra de vida por los siglos.

A los que acallan su vida sirviendo a los demás, 

Cristo los llama amigos y pone en sus frentes la señal de la victoria.

Al que bajó hasta lo más hondo, probando en su carne el poder destructivo del pecado,

el Padre lo levantó sobre todo y le concedió el nombre sobre todo nombre. 

Los que ponen sus pies en sus pisadas pueden ya decir sin sobresaltos:

“Cristo es mío y todo para mí”.

¡ALELUYA! ¡CRISTO HA RESUCITADO!

¡Hermanos y hermanas! Estamos en la Pascua.  

Celebremos con alegría el misterio de amor de Dios a la humanidad.

Miremos con asombro agradecido a Cristo que vive en medio de nosotros.

Resucitemos con Cristo a una vida más acorde con el Evangelio.

Acojamos la fuerza de la Resurrección y extendamos por doquier la luz de la esperanza.

Apostemos por una humanidad nueva, donde se viva la verdad, la justicia, el amor.

Con Cristo resucitado en medio hay esperanza

y todos los pequeños de la tierra respiran aires nuevos.

Hagamos el camino con la Señora de la Alegría.

¡CRISTO HA RESUCITADO! ¡ALELUYA!

Con los hermanos de la Comunidad de San José (“Enfermería”) de Burgos,

os saludo a todos con el abrazo entrañable de la Pascua. Pedro, provincial.