Estos últimos meses hemos estado en silencio, pero muy atentos a las noticias, que lentamente nos iban llegando. Y entre nosotros, pero siempre mirando al Sucumbíos ecuatoriano, nuestros comentarios, que se nos congelaban entre la confusión, la incredulidad y la impotencia.

Los hechos se han ido desencadenando, y ahí están con rostro propio. Y aquí estamos nosotros, con nuestro dolor y una extraña sensación de frustración en nuestra experiencia de Iglesia.

Como siempre, algo podría decirnos nuestra Madre Teresa, a la que estamos siguiendo en su “Camino” y que tanto supo de atropellos eclesiásticos. Pero la Teresa, hasta el final “hija de la Iglesia”.

Y también vosotros, nuestros Hermanos.

Nos anima la entereza y grandeza de espíritu de Gonzalo, así como la fidelidad y amor a una Iglesia, Isamis, y a un pueblo, Sucumbíos, del estupendo grupo de misioneros carmelitas, que con Gonzalo habeis sabido ir gastando vuestra vida al servicio del evangelio de Jesús.

Ante esto, cualquier argucia humana se descalifica a sí misma.

Y es que os habeis colocado en otra dimensión, la que ha dado sentido a vuestra entrega inteligente y evangélica a la Causa del Reino. Bien lo sabeis. En A.L. a nadie se la ha eliminado por predicar que Dios es Padre y nos ama y que Jesús murió en la cruz y nos ha salvado. Pero cuando se ha anunciado el Reino de Dios con todas sus consecuencias, a A.L. le nacieron mártires. Es lo vuestro.

Queridos Hermanos. Este grupo carmelita boliviano os sigue acompañando con  corazón hermano, con la oración y con un secreto orgullo no disimulado por vuestra gesta evangelizadora. Siempre sereis una referencia para nuestra presencia y andadura latinoamericanas.

 Un fuerte abrazo.

Carmelitas de Bolivia