sábado, 20 de abril de 2024

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Avila2015

Burgos -Enfermería



¡Las Reliquias de los beatos Celia y Luis visitan la comunidad de la enfermería!

Lloviznaba en Burgos. Y no sabíamos cómo recibir a tan ilustres huéspedes. Había expectación en los frailes del convento. Sí, la espera de tantos días se había convertido en gozosa expectación. ¿Cómo será esto?, nos preguntábamos. Cerca de las dos de la tarde del día de ayer, 22 de enero, se abrió el portón de nuestra huerta y entraron las Reliquias. El P. Antonio Sangali, vicepostulador de la causa de beatificación -no olvidamos que el postulador es el P. Simeón- y dos jóvenes italianos, aspirantes al Carmelo Teresiano, nos trajeron este preciado tesoro en una urna bellísima, llena de símbolos que relatan la vida de los beatos Luis y Celia y la vida de sus hijos, de Teresita. Cantando, emocionados, "qué alegría cuando me dijeron..." subimos la Urna hasta el tercer piso, escalera a escalera. Aunque la Urna no es muy grande, el sofoco era evidente, aunque no tan grande como la emoción. Llevamos las Reliquias a la capilla. Y allí, todos reunidos, cantando y rezando, agradeciendo el fino detalle de los Beatos de dar el primer saludo y abrazo a los hermanos enfermos, vivimos el primer momento intenso. Al P. Simeón, tan curtido en estas lides, se le asomaba la emoción y el gozo. Ya, por la tarde, a las seis, celebramos la eucaristía. ¡Preciosa, honda, entrañable, para guardar en el corazón! La presidió el P. Gabriel. En la homilía hizo un recorrido de la vida de Luis y Celia, deteniéndose en sus respectivas enfermedades, cáncer y demencia, y animando a todos los enfermos a vivir la enfermedad con una gran confianza en Dios. Había mucha alegría en la enfermería, la alegría de la fe y de la comunión de los Santos. Más tarde, a las ocho y media, de nuevo nos reunimos toda la comunidad para cantar las Vísperas, en las que, por haber escogido el común de Santas Mujeres, los textos litúrgicos, siempre bellos, adquirieron una belleza más especial todavía al leerlos personalizados en Celia. ¡Cómo resonaba en nosotros aquello de... "Finísimo fue el lino con que ella fue tejiendo, a lo largo de su vida, esa historia de amor que la hace bella a los ojos de Dios y bendecida"!. Y así fue pasando la tarde, con la sensación de que nuestra comunidad, siempre tan acogedora, había recibido a un matrimonio santo y había sido bendecida. Así, con esta sensación de haber vivido un día grande, nos fuimos a descansar con el Magnificat de María en los labios y en el corazón: ¡Gracias, Señor, por las maravillas que haces en nosotros". 



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